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Réquiem
Del túnel emergen sombrías e incesantes campanadas. La melodía del adiós comienza a trinar con esa furia que anuncia la tragedia. La velocidad del sonido se torna relativa y la física da su lección de refracción no sólo en los oídos. Sino también en tu mente, en tu boca, tus huesos y en lo que te queda de humanidad. He venido a un funeral, tal como lo hice hace un año atrás. Mis pantalones negros son la expresión de un respeto arrebatado. No sólo asisto a presenciar la muerte de alguien, sino también soy el verdugo. Tengo las manos con sangre invisible, pues es una muerte inmaculada. Toda la violencia que pudo haber…